sábado, 12 de septiembre de 2015

El arco y la manzana



Existen muchos tipos de canciones y variedad de consumidores, cada uno puede tener características muy opuestas, pero a la vez puntos de encuentro que los vuelven similares. Escuchar una canción puede ser muy sencillo en términos del disfrute y obviamente, por sus particularidades sonoras. Algunas veces, aunque caótica, puede amarse u odiarse, todo depende del contexto en que se escuche.

Hoy es posible hacer una lista de temas que podríamos exhibir orgullosamente, porque diríamos que su forma musical y poética es excepcional, pero dado el caso, preferimos mantenerlo en secreto y solo algunos podrán tener acceso, debido que los consumidores frecuentes son tantos, -además de conformistas-, que preferimos evitar comentarios peyorativos, que a la inversa, sería más bien un piropo.

He asistido a encuentros multitudinarios, y me he preguntado ¿qué hace tanta gente acá? y por supuesto ¿qué hago yo acá? Pues es muy común encontrar eventos populares gratuitos, donde la música es su principal protagonista. Todos se han reunido con un solo propósito, escuchar al artista del momento y cantar lo más fuerte posible hasta acabar la noche.


Hago esta pequeña introducción tratando de explicar el fenómeno de la música popular, aunque en términos generales, la denotación popular, cuando se refiere a la música, está mal utilizada, pero en nuestro contexto, hace referencia a la música de despecho, rancheras, corridos, entre otras expresiones de índole similar. Paralelamente existen otros tipos de consumidores que también asisten a encuentros con la música popular, pero ésta música, habla de otras cosas, hace que entre líneas sea necesario revertir las palabras para comprender lo que a primera vista no es lo que escuchamos. A diferencia del otro tipo, las imágenes sonoras son escasas y niegan al espectador agilidad interpretativa, debido a su simplicidad poética, y por lo tanto, puede tomarse como inapreciable. Es necesario que ésta exista, para que la otra pueda tener su lugar. Sus lenguajes son muy diferentes, la primera lo dice totalmente “todo” porque no existe lugar a interpretaciones dignas de ambigüedad, y la otra, lo dice totalmente “todo”, debido a las innumerables posibilidades interpretativas. Una tiene para todos un mismo significado, el que ofrece el autor, y la otra, donde el autor ofrece su perspectiva para que cada quien pueda interpretarlo a su gusto, pero con una diferencia fundamental, esta última contiene mensajes ocultos que se relacionan con el contexto, es decir, reclama ser leída, escuchada con atención y delicadeza, es allí, cuando la canción se vuelve popular y pasa de voz en voz y de mano en mano hasta que cada cual la hace suya, y al final, puede representar a una generación, y hasta a una nación.

Para este texto, he elegido la canción Guillermo Tell del cantautor cubano Carlos Varela, una canción que a simple vista solo recrea la leyenda de un prodigiosos arquero habitante de tierras suizas, que por su irreverencia hacia su gobernante, fue condenado a lanzarle una flecha a su hijo, con el fin de acertarle a la manzana que este poseía en su cabeza.

En la composición de Varela, éste invierte la historia describiendo que ahora su hijo, agotado de su padre y su virtuosismo, decide pedirle que le permita probar el truco de la manzana en la cabeza… “Guillermo Tell no comprendió a su hijo que un día se aburrió de la manzana en la cabeza y echó a correr y el padre lo maldijo, pues como entonces iba a probar su destreza” esto puede interpretarse de varias maneras, una de ellas, puede reflejar el egoísmo de un padre que no permite que su hijo siga sus pasos o peor aún, no permitirse a él mismo ser expuesto a tan peligrosas pruebas. La verdad, es algo muy sencillo y fácil de interpretar desde lo simplemente textual, es lo que el texto nos sugiere, pero si ponemos el texto en su contexto en que fue escrito, pueden darse otras interpretaciones. “Guillermo Tell, tu hijo creció, quiere tirar la flecha, le toca a él probar su valor usando tu ballesta”, es evidente que la posición del narrador está a favor del hijo, y le reprocha al padre por no darle una oportunidad para aprender el oficio. Esta frase al cantarla, no solo es el autor quien dice lo que desea decir, también lo hace el receptor que del mismo modo hace el mismo reproche. -Acertada construcción gramatical-, pues el autor pone su petición en la petitoria de muchos. ¿Pero qué tiene que ver esto con la idea del contexto?, pues no hace falta decir que muchos artistas de diferentes áreas, se han alimentado de todo tipo de situaciones para materializar sus expresiones artísticas llenas de significados, ¿pero es solo Guillermo Tell una vieja leyenda que recrea Varela?, puede que haya en ello algo de razón, pero lo cierto es, que esta canción va mucho más allá de lo que puede decirnos las palabras. “Guillermo Tell no comprendió el empeño, pues quién se iba arriesgar al tiro de esa flecha, y se asustó cuando dijo el pequeño, ahora le toca al padre la manzana en la cabeza”, el pequeño Tell está pidiendo lugar, cree que ya es tiempo, que ha crecido y que puede tomar el arco con responsabilidad, ¿pero qué la hace tan popular en su adorada y sufrida Cuba?, pues el país del azúcar, ha sido reconocido por su buena factura artística y Carlos Varela no queda por fuera de la lista, hijo de una generación que lo posee "todo", a tal punto de aborrecerlo todo.

En su canción se puede –hasta este punto- evidenciar algunos elementos implícitos en su retórica, y las multitudes ya han descifrado sus pretensiones. “A Guillermo Tell no le gustó la idea y se negó a ponerse la manzana en la cabeza, diciendo que no era que no creyera, pero que iba a pasar si sale mal la flecha”, al parecer, el viejo Guillermo se detuvo a pensar la petición de su hijo, sin considerar seriamente lo que en realidad pedía, pues era evidente que perder el protagonismo después de tanta popularidad, no le iba a quedar bien y mucho menos le iba agradar.

Cuba actualmente se encuentra bajo un régimen que lleva por lo menos medio siglo, es decir, varias generaciones entre las cuales hace parte el compositor, situación que ha aprovechado para hacer mella en ello, por lo tanto, hace parte de una generosa camada de artistas que aprovechan su contexto para materializarlo en canciones, poemas, cuadros, interpretaciones teatrales y demás, manifestando y narrando lo que para muchos se ha vuelto cotidiano y sin remedio.

Para este caso en particular, Guillermo Tell es la clara evidencia de que las nuevas generaciones desean y piden una renovación, requieren que se les seda el lugar a nuevas ideas y a nuevos cursos, tanto políticos como ideológicos, que considere que sus hijos ya han crecido, y por lo tanto, les toca a ellos probar su valor usando su ballesta. Hoy, a más de cincuenta años, Guillermo Tell, aún no ha comprendido a su hijo que hace rato se cansó de la manzana en la cabeza.