“Anunciando apocalipsis van de salvadores y si les dejas te pierden infaliblemente. Manipulan nuestros sueños y nuestros temores, sabedores de que el miedo nunca es inocente”. Serrat en Macarras de la moral
Cuando lo escuché por primera vez de grande, la sensación fue muy diferente, porque de niño según recuerdo, era posible escucharlo en la emisora predilecta de las amas de casa de los ochenta y que aun sigue vigente. En aquel entonces, solo era posible tararear un par de canciones, “Tu nombre me sabe a hierba, La mujer que yo quiero o Mediterráneo”. Aquella generación, -en la cual me incluyo- creció recordándolo, como dicen algunos: “la música de los papas”. Si aun cuentas con la mala suerte de sentirlo por el mismo medio radial, lo siento por ti, pues la verdadera poesía con la que Joan Manuel Serrat nos describe infinidad de universos, solo será posible si tienes cerca algún amigo que tenga en su pequeña colección un par de preciados discos del autor, o en el caso más arriesgado, compres un disco al azar por la curiosidad. Cuando con mesura lo escuchas, es decir, te sientas cómodamente y suspendes todas tus actividades, te enteras verdaderamente quien es aquella voz dulce, añejada e insinuante que decoró aquellos patios de la infancia. Su tierna musicalidad, y elevada literatura, va desde las historias de vampiros, hasta el robo a piedra alzada de una maniquí de un pequeño almacén. Si aun lees estas someras palabras y no has escuchado nada diferente de lo que he citado líneas atrás, te recomiendo escuches, el que para mí es el disco intermedio de Serrat: Sombras de la China (1998). Digo intermedio, ya que no fue dirigido por su habitual cómplice pianista y arreglista Richard Miralles, el mismo que lo ha acompañado por casi toda su carrera y carga con el, por lo menos 40 discos e innumerables colaboraciones y singles. Josep Mas “Kitflus”, es el director musical de una rareza con un sonido un poco más exploratorio y personal, que ha sabido capturar la esencia romántica y contestataria del apreciado barcelonés. Las canciones incluidas en este disco, continúan con las inagotables declaraciones de amor, y las quejas inevitables que deja el desamor. “Me gusta todo de ti: tus ojos de fiera en celo/ el filo de tu nariz/ el resplandor de tu pelo/ Me gusta todo de ti/ […] / El colágeno y la miel de tus labios perfilados/ tus pómulos afilados/ los modales de tu piel/ Me gusta todo de ti/ pero tu no/ tu no”. Me gusta todo de ti (pero tú no). Track 9. Sin más preámbulos, dejo aquí a quienes gusten de inquietarse, la vaga idea de un autor en cuyos despoblados estantes que adornan vuestras casas no ha merecido aun posarse.
Ahhh, se me olvidaba. Y como dato curioso para los que merodean otros escenarios sonoros. En el ya nombrado disco, colabora el cantautor e interprete del bandoneón y del los pocos, sino el único, que acompaña su melancólica voz con el quejumbroso fuelle: Rubén Juárez (Músico e intérprete de tango. Argentino.), al que tuvieron la oportunidad algunos de mis coterráneos, ver y escuchar en vivo en la apertura de la VII versión (2006) del festival de cine de Santa fe de Antioquia. Colombia.
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