Vuelvo al Sur
lunes, 18 de julio de 2016
sábado, 12 de septiembre de 2015
El arco y la manzana
Existen muchos tipos de canciones y variedad de consumidores, cada uno puede tener características muy opuestas, pero a la vez puntos de encuentro que los vuelven similares. Escuchar una canción puede ser muy sencillo en términos del disfrute y obviamente, por sus particularidades sonoras. Algunas veces, aunque caótica, puede amarse u odiarse, todo depende del contexto en que se escuche.
Hoy es posible hacer una lista de temas que podríamos exhibir orgullosamente, porque diríamos que su forma musical y poética es excepcional, pero dado el caso, preferimos mantenerlo en secreto y solo algunos podrán tener acceso, debido que los consumidores frecuentes son tantos, -además de conformistas-, que preferimos evitar comentarios peyorativos, que a la inversa, sería más bien un piropo.
He asistido a encuentros multitudinarios, y me he preguntado ¿qué hace tanta gente acá? y por supuesto ¿qué hago yo acá? Pues es muy común encontrar eventos populares gratuitos, donde la música es su principal protagonista. Todos se han reunido con un solo propósito, escuchar al artista del momento y cantar lo más fuerte posible hasta acabar la noche.
Para este texto, he elegido la canción Guillermo Tell del cantautor cubano Carlos Varela, una canción que a simple vista solo recrea la leyenda de un prodigiosos arquero habitante de tierras suizas, que por su irreverencia hacia su gobernante, fue condenado a lanzarle una flecha a su hijo, con el fin de acertarle a la manzana que este poseía en su cabeza.
En la composición de Varela, éste invierte la historia describiendo que ahora su hijo, agotado de su padre y su virtuosismo, decide pedirle que le permita probar el truco de la manzana en la cabeza… “Guillermo Tell no comprendió a su hijo que un día se aburrió de la manzana en la cabeza y echó a correr y el padre lo maldijo, pues como entonces iba a probar su destreza” esto puede interpretarse de varias maneras, una de ellas, puede reflejar el egoísmo de un padre que no permite que su hijo siga sus pasos o peor aún, no permitirse a él mismo ser expuesto a tan peligrosas pruebas. La verdad, es algo muy sencillo y fácil de interpretar desde lo simplemente textual, es lo que el texto nos sugiere, pero si ponemos el texto en su contexto en que fue escrito, pueden darse otras interpretaciones. “Guillermo Tell, tu hijo creció, quiere tirar la flecha, le toca a él probar su valor usando tu ballesta”, es evidente que la posición del narrador está a favor del hijo, y le reprocha al padre por no darle una oportunidad para aprender el oficio. Esta frase al cantarla, no solo es el autor quien dice lo que desea decir, también lo hace el receptor que del mismo modo hace el mismo reproche. -Acertada construcción gramatical-, pues el autor pone su petición en la petitoria de muchos. ¿Pero qué tiene que ver esto con la idea del contexto?, pues no hace falta decir que muchos artistas de diferentes áreas, se han alimentado de todo tipo de situaciones para materializar sus expresiones artísticas llenas de significados, ¿pero es solo Guillermo Tell una vieja leyenda que recrea Varela?, puede que haya en ello algo de razón, pero lo cierto es, que esta canción va mucho más allá de lo que puede decirnos las palabras. “Guillermo Tell no comprendió el empeño, pues quién se iba arriesgar al tiro de esa flecha, y se asustó cuando dijo el pequeño, ahora le toca al padre la manzana en la cabeza”, el pequeño Tell está pidiendo lugar, cree que ya es tiempo, que ha crecido y que puede tomar el arco con responsabilidad, ¿pero qué la hace tan popular en su adorada y sufrida Cuba?, pues el país del azúcar, ha sido reconocido por su buena factura artística y Carlos Varela no queda por fuera de la lista, hijo de una generación que lo posee "todo", a tal punto de aborrecerlo todo.
En su canción se puede –hasta este punto- evidenciar algunos elementos implícitos en su retórica, y las multitudes ya han descifrado sus pretensiones. “A Guillermo Tell no le gustó la idea y se negó a ponerse la manzana en la cabeza, diciendo que no era que no creyera, pero que iba a pasar si sale mal la flecha”, al parecer, el viejo Guillermo se detuvo a pensar la petición de su hijo, sin considerar seriamente lo que en realidad pedía, pues era evidente que perder el protagonismo después de tanta popularidad, no le iba a quedar bien y mucho menos le iba agradar.
Cuba actualmente se encuentra bajo un régimen que lleva por lo menos medio siglo, es decir, varias generaciones entre las cuales hace parte el compositor, situación que ha aprovechado para hacer mella en ello, por lo tanto, hace parte de una generosa camada de artistas que aprovechan su contexto para materializarlo en canciones, poemas, cuadros, interpretaciones teatrales y demás, manifestando y narrando lo que para muchos se ha vuelto cotidiano y sin remedio.
Para este caso en particular, Guillermo Tell es la clara evidencia de que las nuevas generaciones desean y piden una renovación, requieren que se les seda el lugar a nuevas ideas y a nuevos cursos, tanto políticos como ideológicos, que considere que sus hijos ya han crecido, y por lo tanto, les toca a ellos probar su valor usando su ballesta. Hoy, a más de cincuenta años, Guillermo Tell, aún no ha comprendido a su hijo que hace rato se cansó de la manzana en la cabeza.
sábado, 22 de agosto de 2015
viernes, 8 de mayo de 2015
Preguntas
Puedo hacerme muchas
preguntas, y para ser honesto, todas llegarían al mismo lugar y ninguna de sus
respuestas resolvería nada. Cuando vi por primera vez Searching for Sugar Man el
pecho se contrajo y el flujo sanguíneo abandonó su estado natural, la ansiedad
hizo una mala jugada y las tareas pendientes fueron abandonadas. Todo se pospuso,
incluso la hora del tarareo. Aquellos minutos fueron como horas que tardaron
días en activar la alarma que indicaba el instante justo para volver en sí.
Desconfiaba de la veracidad del artefacto despertador. Anhelaba que hubiera
sufrido algún daño. Necesitaba tiempo para pensar, más de lo comúnmente necesario,
lo razonable para resolver todas las preguntas que Sixto me había hecho. Aun no
habíamos tenido el gusto de conocernos y ya estaba preguntando. Cada pregunta
revelaba un episodio de su vida, como intentando que alguien resolviera lo que
él aún no sabía. Esperaba pacientemente escuchar todas las respuestas, o mejor
aún, quien escuchara todas las preguntas. ¿Ha hecho justicia la vida conmigo?
De inmediato no supe que responderle. Hubo un silencio abrumador, de hecho,
evadí la pregunta sin que pudiera notarlo, o quizá lo notó porque su
perspicacia era mejor la que mía. No insistió. Tomó su guitarra y un papelito
en el que antes vi que estaba escribiendo talvez unos versos, pero eso no puedo
asegurarlo, lo dobló guardándolo en el bolsillo interno de la chaqueta que
siempre llevaba consigo, incluso en las mañanas más tristes del verano. Los
parlantes comenzaron a adornar todo el lugar, era una música misteriosa y
desconocida, pero inquietante. Nada ni nadie sabía que Sixto había emprendido
una búsqueda hace muchísimos años y que pagaría el precio. Encontrarnos era su
propósito, sin embargo, nadie sospechaba sus intenciones. Las cloacas, los
bares donde se muere antes de pagar la cuenta, los tejados rotos, las casas de
los miserables que alojan a los desprotegidos, las calles que todo el mundo
evita, eran los lugares que había señalado en el mapa de su destino y seguro
allí nos encontraría. La iluminación del lugar era tenue y cada quién observaba
a su manera. Todos guardaban silencio e incluso, al encontrarse la puerta
abierta ninguno escapó. Cada vez era más profunda la hipnosis. Al escuchar el
sonido que comúnmente se escucha cuando se cierran las puertas, me asomé por la
ventana para verle caminar en la nieve. Me confundía el hecho de saber que no
tenía una respuesta. La esquivé porque no quería mentirle. Rasgué un pedazo de
papel y escribí con lápiz rojo, del mismo modo que lo hacían las maestras para
resaltar que hay que estar alerta. ¿Ha hecho justicia
la vida conmigo? Pasaron horas antes de poder escribir algunas líneas
que resolvieran el enigma, lo noté porque el cenicero era el único reloj que
tenía a la vista. Aun sintiéndome plenamente confundido, decido escribirle una
carta.
14
de abril de 2015
Querido Sixto,
Ya te preguntarás porque he
guardado silencio cuando has necesitado obtener una respuesta, es solo que me
he preguntado lo mismo y cuando las mismas preguntas se encuentran frente a
frente, lo mejor es separarlas para que no se confundan. Por la forma en que
has puesto cada sílaba en su lugar, intuyo, y espero no equivocarme, que preguntas
porque ya sabes la respuesta y por ello no has insistido. De si la justicia
realmente hace de las suyas en nuestras vidas, es algo a lo que podría
responder: no estoy seguro, y aunque muchos digan que todo llega en el momento
justo, en el instante preciso, y aunque apuremos el destino, no gastará afanes
para complacernos. Ser nosotros mismos es una forma de dialogar con el, de
tomar atajos. Ser consecuentes con nuestros actos es la mejor estrategia. Barajar
las cartas hasta sentir que es hora de repartirlas es la jugada más
inteligente. Ya has hecho lo tuyo, y saber que no esperabas tanto. Sixto, no
has podido decirlo mejor, has puesto lo mejor de ti para hacer lo que te
complacía. Existen seres humanos de todos los tipos, los que crean con el fin de obtener siempre algo a
cambio y los que crean. Lo esencial es mantener la aventura y olvidarse de los
estereotipos. El peor daño que un hombre puede hacerse es crear olvidándose de
sí mismo, es por ello que la vida ya ha hecho justicia, ya ha barajado sus
cartas, el cómo mezclarlas para ganar el juego es la estrategia. Quizá llevas
años pensando en lo que podría ser, pero ello no ha permitido que la vitalidad
desaparezca, tu vitalidad. Sixto, he pasado horas y días enteros sorteando
alguna idea que pueda iluminarme, organizando palabras inconexas y frases sin
sentido que puedan decirme algo, que hablen de mí, del mundo que me rodea. No
espero nada de nadie, solo espero que lo que escriba pueda decirme algo, algo
sobre lo que soy, no porque no quiera decir a quien ya está dispuesto a
escuchar, es solo que primero debo encontrarme conmigo para reunirme con los
demás. No puedo dejar de pensar en tu canción cuando te preguntas cuantas veces
te han derrotado, y cuantos de tus planes fracasaron…! I Wonder, I Wonder… una
canción que me inspira a celebrar, a bailar, a verme en el espejo y preguntarme
por esa imagen que se refleja. La vida Sixto, es más simple de lo que podrías
creer. Todos los laberintos tienen una salida, a veces tardamos más tiempo en
encontrarla y otras veces hacemos un alto en el camino ignorando que se
encuentra solo al doblar la esquina, solo que no la vemos. No hay que apurar el
viaje, ni pedirle al rio que deje de correr. No sé si haya respondido a tu
pregunta, lo que sí sé, es que tengo unas tantas otras para hacerme y esperar
pacientemente que lleguen las respuestas.
Al finalizar, todas las sillas
estaban repletas de signos de interrogación, los sentimientos de los asistentes
estaban descontrolados y el silencio fue cada vez más incomodo, las palabras
tardaron en ser expuestas. Nadie quería romper el silencio. La luz se encendió
abruptamente. En la pantalla no apareció el subtitulo que indicara el fin. Se
encandilaron las miradas. Posteriormente en los pasillos, no se hablaba de otra
cosa, como si todos hubieran presenciado la aparición de un fantasma. Algunos
no tenían la disposición de continuar con sus labores, otros, menos optimistas,
deseaban mejor dormir para evitar pensar, y los menos conformistas, buscaron de
nuevo a Sixto. Semanas después de cuando se marchó sin decir palabra y caminó
por la nieve en contravía de la tempestad, esperé que regresara para decirle
que ya le tenía una respuesta, que ya había tenido el tiempo suficiente para
pensar y que he guardado silencio por temor a mentirle de la peor manera, pero
no regresó. Guardé la carta en la caja donde guardo todas las respuestas, quizá
alguien pueda encontrarlas algún día.
jueves, 19 de mayo de 2011
Cábalas y Cicatrices. “Trabajar poco para mí es una tendencia.”
“Antes de ser cantor mis historias de amor eran casi secretas/pero luego el azar que me puso a cantar me llevo a publicar mis zozobras completas/son un largo striptease donde yo exhibo mis frecuentísimos cuernos/y mis lunas de miel cuando nada es cruel y celebra mi piel otros signos externos”. Krahe en Zozobras completas.
Los viernes, como de costumbre, después de una agotable y satisfactoria semana de trabajo, llego a casa, enciendo el equipo de sonido, me sirvo una copa de ron Abuelo que conservo con extremada delicadeza y me dispongo a escuchar música. Suenan los primeros acordes y preparo mi oído para los primeros versos, que acompañados de aquel curioso timbre de voz, me generan unas insoportables ganas de fumar. Me lo imagino grabando este trabajo en vivo con un cigarrillo entre frase y frase, forzando aquellos melismas como quien procura cantar con dulzura y sabe que le cuesta. Aunque por lo anterior, vale la pena aclararlo, no es un reproche, todo lo contrario, es quizás un piropo que puede alentar hasta el más inexperto cantante.
Javier Krahe que en sus años mozos dedicaba gran parte de su tiempo a vender libros y de paso a leerlos, decidió cambiar de profesión por una en la que no tuviera que trabajar. Es decir, decidió ser cantante, y para acompañar esta osada iniciativa, quiso escribir sus propias canciones a medida que aprendía a tañer el apreciado instrumento que no falta ni en las familias menos favorecidas: La guitarra.
Con cierta incredulidad, su compañera le dice: ¿cantante? ¿Y cuándo será tu primer concierto? -dentro de dos años, responde Krahe, seguro de sí mismo. Cinco años después, acompañado por Joaquín Sabina y Alberto Pérez graban un disco titulado La Mandrágora. Aunque no fue su primera grabación, lo sellos discográficos de la época (en Madrid) alentaron a los músicos para documentar su exitosa participación en aquel local llamado igual que el disco. Ya que el título original fue cambiado a última hora por el que debería llamarse: En la Mandrágora, que, según Krahe y sus compañeros, nunca se consideraron un grupo porque cada cual hacia lo suyo. Pero el disco que quiero que escuchen, después de inspirar un poco su curiosidad, eso espero, se llama Cábalas y Cicatrices. Disco grabado en vivo en el 2002 en un bar donde es posible escuchar las risotadas y el tintineo de las copas de licor. Este trabajo está acompañado de una contundente introducción llena de humor y sarcasmo que el autor hace a todas sus canciones. He de suponer que sus lecturas le han proporcionado gran habilidad. Y como merito a su genialidad, este hombre con su particular estilo es capaz de resumir y recrear en una canción la historia de la Odisea. (Como Ulises. Track 10). Sus narraciones nada tienen que envidiarle a la literatura clásica y mucho menos a la moderna; porque su sonido, aunque un poco excéntrico, esta fuera de los límites de lo convencional. Este particular compositor, tiene entre sus favoritos, que además reconoce ser una de sus más inspiradas influencias, al poeta y compositor francés George Brassens (1921- 1981) “una de las figuras del pensamiento, de la posguerra francesa y de todo el siglo XX”. Krahe tradujo algunos de los éxitos más representativos de Brassens, entre ellos la tormenta. Por si acaso eres un lector más exigente de lo que podría imaginar, y el anterior dato no es suficiente, mi adorado cantautor Joaquín Sabina en su libro yo también se jugarme la boca afirma: “mis planes eran ser Tom Waits o Javier Krahe o Brassens”. Reiterando un poco lo anterior, aquello de lector escéptico quizás, te digo: si eres de los que gusta de la buena pluma, te invito a darte un paseo con este vago burlón, letrista sin comparaciones, fumador imparable, y retratista de amantes, según él: “ficticias”.
lunes, 9 de mayo de 2011
Sombras de la china (El Tarrés de siempre)
“Anunciando apocalipsis van de salvadores y si les dejas te pierden infaliblemente. Manipulan nuestros sueños y nuestros temores, sabedores de que el miedo nunca es inocente”. Serrat en Macarras de la moral
Cuando lo escuché por primera vez de grande, la sensación fue muy diferente, porque de niño según recuerdo, era posible escucharlo en la emisora predilecta de las amas de casa de los ochenta y que aun sigue vigente. En aquel entonces, solo era posible tararear un par de canciones, “Tu nombre me sabe a hierba, La mujer que yo quiero o Mediterráneo”. Aquella generación, -en la cual me incluyo- creció recordándolo, como dicen algunos: “la música de los papas”. Si aun cuentas con la mala suerte de sentirlo por el mismo medio radial, lo siento por ti, pues la verdadera poesía con la que Joan Manuel Serrat nos describe infinidad de universos, solo será posible si tienes cerca algún amigo que tenga en su pequeña colección un par de preciados discos del autor, o en el caso más arriesgado, compres un disco al azar por la curiosidad. Cuando con mesura lo escuchas, es decir, te sientas cómodamente y suspendes todas tus actividades, te enteras verdaderamente quien es aquella voz dulce, añejada e insinuante que decoró aquellos patios de la infancia. Su tierna musicalidad, y elevada literatura, va desde las historias de vampiros, hasta el robo a piedra alzada de una maniquí de un pequeño almacén. Si aun lees estas someras palabras y no has escuchado nada diferente de lo que he citado líneas atrás, te recomiendo escuches, el que para mí es el disco intermedio de Serrat: Sombras de la China (1998). Digo intermedio, ya que no fue dirigido por su habitual cómplice pianista y arreglista Richard Miralles, el mismo que lo ha acompañado por casi toda su carrera y carga con el, por lo menos 40 discos e innumerables colaboraciones y singles. Josep Mas “Kitflus”, es el director musical de una rareza con un sonido un poco más exploratorio y personal, que ha sabido capturar la esencia romántica y contestataria del apreciado barcelonés. Las canciones incluidas en este disco, continúan con las inagotables declaraciones de amor, y las quejas inevitables que deja el desamor. “Me gusta todo de ti: tus ojos de fiera en celo/ el filo de tu nariz/ el resplandor de tu pelo/ Me gusta todo de ti/ […] / El colágeno y la miel de tus labios perfilados/ tus pómulos afilados/ los modales de tu piel/ Me gusta todo de ti/ pero tu no/ tu no”. Me gusta todo de ti (pero tú no). Track 9. Sin más preámbulos, dejo aquí a quienes gusten de inquietarse, la vaga idea de un autor en cuyos despoblados estantes que adornan vuestras casas no ha merecido aun posarse.
Ahhh, se me olvidaba. Y como dato curioso para los que merodean otros escenarios sonoros. En el ya nombrado disco, colabora el cantautor e interprete del bandoneón y del los pocos, sino el único, que acompaña su melancólica voz con el quejumbroso fuelle: Rubén Juárez (Músico e intérprete de tango. Argentino.), al que tuvieron la oportunidad algunos de mis coterráneos, ver y escuchar en vivo en la apertura de la VII versión (2006) del festival de cine de Santa fe de Antioquia. Colombia.
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